Interferencias ruicicleteras en la Ciudad de México
Ruído 13 // Jorge David
Presentación del proyecto homónimo de Ruido13,
para el II Congreso Internacional Cultura Libre en Quito, Ecuador.
Estamos rodeados por ruido. Y este ruido es inextinguible. Está afuera -es el mundo mismo- y está también adentro, producido por nuestro propio cuerpo viviente (…) El ruido destruye y horroriza. Pero el orden y la repetición plana son aledaños a la muerte. El ruido alimenta un nuevo orden. (Michel Serres, El parásito).
A lo largo de la historia, y particularmente en el siglo XX y lo que va del XXI, diversos artistas, científicos y pensadores han explorado el concepto del ruido, entendiéndolo como la interferencia de una señal o la irrupción de un código específico. Por su naturaleza disruptiva, el ruido implica una violencia hacia el orden establecido, una confrontación con el status quo necesario para que un determinado sistema funcione correctamente. El ruido, además, es un agente incompresible que para violentar efectivamente las normas de un sistema debe ser ilegible para el mismo. De lo contrario, el ruido pasará por una falla técnica reparable desde los códigos reconocidos, y lejos estará de alimentar órdenes alternos que difieran sustancialmente de los actuales.
En el caso del arte, la noción de ruido ha dado lugar a teorías, movimientos y manifiestos que buscan reconfigurar los sistemas creativos, así como los campos de percepción posibles para los seres humanos. Desde los músicos futuristas que pretendían transformar el mundo a partir de una revalorización estética de los emergentes ruidos industriales, hasta las muchas formas con las que los artistas de Fluxus abordaron este fenómeno, vemos repetida en incontables ocasiones la fascinación ante aquello que desborda lo conocido, que interviene lo establecido, y que rompe con los estatutos de la normalidad.