REFLEXIÓN ANTE EL INTENTO DE VOLAR*


Gabriel Berber


De la ola al baile,
la referencia plástica inseparable de la palabra.
Volar sin descenso es dejarse ir
es devenir a los regímenes de la voluntad en su en si.
La ola del mas fuerte golpe de mar
es esa voluntad, ese deseo, ese dejarse ir,
desafiar el vértigo de lo que viene,
de ese futuro trazado y por trazar.
En la poética de Mónica González ese volar no es en ningún momento ese activar de la libertad,
es mas bien ese autorreconocerce en su destino, es decir, esclavizarse en el, en ese deseo o voluntad que permanece fuera de toda posibilidad de decisión.

Anunciar la llegada
es anunciar al fantasma.
La personificación del ángel es en realidad la descorporalización del fantasma en tanto sombra,
sombra que no se oculta al descender la luz solar,
sino que se funde en el sueño de cada cerrar la mirada en el estruendo del shock lunar.
Despertar es la vigilia de lo fantasmagórico, de lo presente, es el minotauro perdido en el laberinto.

La existencia como acto de resistencia.
Si volar es dejarse ir
¿a que es lo que se resiste ese existir?
El existir es actuar y el ser es dejarse ir,
la confrontación entre estas dos situaciones y formas del proceder conlleva al resistir no como lucha sino como negación, como síntoma de la verbalización de lo presenciado, de lo memorable.
Es esa búsqueda del presente eterno y congelado que niega lo futuro.
La estatizidad temporal de este hecho vibraría inevitablemente por la excitación del pasado y futuro.
En Mónica esa vibración es la poesía del día a día, del vivir mismo,
la letra plasmada es el registro de esa vibración que constata el inevitable desgaste que conlleva la entrópica fusión temporal.

El cuerpo es tierra y esta hecho principalmente de sangre, huesos y dolor ,
y en el caso de Mónica el cuerpo es asfalto,
la urbanidad como escenario y como memoria,
la arquitectura como fotografía,
las miradas como consciencias éticas que el viajero carga en su maleta gastada
recorriendo de ciudad a ciudad, todo esto amueblando poco a poco lo que será la caja como casa,
como barca a la deriva en busca de la gran ola tatuada en la mirada del porvenir.

Pero antes de ascender, de volar y dejarse ir, primero hay que descender para despedirse y recordar el por que del volar.
Desde el descendimiento el gritar colorea el viento dispuesto para ese viaje,
gritar es el canto del rebelde
no por nada Mónica le canta a la ciudad, a esta su ciudad, nuestra ciudad.
y sito:

Canto a la ciudad lo que soy
asisto donde los hombres brindan
(no son nuevas formas de olvido)
yo también necesito saber
que existe algo que se llama destino.

Cantar como rebeldía es cantar como reclamo a lo inexplicable, a lo injusto, a los nichos y deidades.
Ser pájaro de vivos colores y transgredir la jaula propia es lo justo e inevitable.

SAVE OUR SOULS

Grita con determinante convicción.

El shock es inevitable
La vida se inscribe en la confusión, en el shock eléctrico del grito que nos canta y dice repetidamente:

SAVE OUR SOULS
SAVE OUR SOULS
SAVE OUR SOULS


*Texto para la presentación del libro Glory Box de la poeta Mexicana Mónica González, octubre de 2012.

1 comentario:

  1. Un hermoso texto de presentación de mi "Glory box" una apreciación no teórica, sino del impulso sensible que hace que la palabra rememore. Gracias por deshebrar mis versos y encontrar esos hilos invisibles que no se rompen por más que se tensen y aún a la distancia unen soñadores.

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