México D.F. 3 de Enero,2013
Gabriel Berber
Gabriel Berber
"Todo
es energía, todo es estallido, todo es violencia."
Cesáreo
Morales
El
pasado 1 de Diciembre de 2012 tras el cambio de mandato presidencial
de la República Mexicana, se suscitaron una serie de enfrentamientos
entre la fuerza "pública" y grupos opositores al nuevo
mandato presidencial. Dicho enfrentamiento gozo de ser claramente un
posicionamiento y mensaje del nuevo apoderamiento hegemónico y
represor. En la lógica de la aplicación de la fuerza y represión
por parte de la fuerza pública descansaba la clara organización e
intencionalidad con la cual ya se contaba en el momento de formación
y apoderamiento del espacio publico. La antelación de este acto
presuponía lo que vendría en camino, es decir, los objetivos claros
del nuevo régimen y pacto político entre las fuerzas de dominación
que rigen el país. En este caso la democracia, como sabemos, solo
jugó el papel de fantasma caricaturizado que ronda perdida y
secuestrada por las pantallas de la ilusión mediática. Dicha
ilusión no solo constituyo la inefectividad de dicho concepto si no
que propicio el embrutecimiento y letargo de una sociedad limitada en
su acción en la realidad social y política. Pero ante este estadio
narcoléptico la contingencia es lo que llega a ser la posibilidad
de irrupción de todo acto de ilusión, es ese soñar caer y
despertar, es la resistencia al caer para permanecer despierto y de
pie. Pero ¿quienes conforman esa(s) contingencia(s) y como la(s)
conforman? La ambigüedad y falta de certeza que se pueda dar como
respuesta a esta pregunta dista mucho de ser una situación negativa
para tal conflicto, es, al contrario, una cualidad que de ser bien
analizada y reflexionada potencializaría las posibilidades de acción
directa en pro de la lucha y emancipación en contra del poder
opresor. Es claro que la amplia variedad de agrupaciones, de
intereses, de códigos éticos e ideológicos, así como de acciones
tangibles que constituyen esa Otredad de oposición al poder y
a los poderes dominantes, no escapa de ser susceptible a la
homogeneización mediática, esto al ser categorizados y etiquetados
desde la valorización ética y moral de sus actos. Es en ese acto de
valorización y categorización mediática que la ilusión y el
embrutecimiento se actualiza permitiendo que el adormilamiento y
pasividad social permanezca. Pero ante esta situación es claro
señalar que los acontecimientos no solo se encuentran y efectúan en
el ensueño de la realidad social sino que también se sitúan en la
vigilia de la acción de esta.
Mas allá de la representación y de
la categorización el enfrentamiento y choque se presenta como acto
inmediato del enfrentamiento entre posiciones distintas que propician
el conflicto. Es ahí en ese enfrentamiento que la violencia se
presenta como un acto necesario y a considerar para la defensa del yo
como sujeto y del yo como sociedad de un grupo determinado. La
violencia se da en muchos ámbitos y estratos de lo simbólico, de lo
representacional y de lo corporal. Pero la mayoría de la veces el
"quien" aplica la violencia termina siendo mas importante
que el "como" se aplica y todo esto claro desde su
valorización ética-moral y desde el posicionamiento político en
que se da este. Pero en la urgencia, es decir desde el campo de
enfrentamiento, toda valorización se fractura en pro de la
resistencia y supervivencia del sujeto y sujetos en cuya identidad se
pertenezca. La falta de códigos éticos de enfrentamiento así como
las claras desigualdades de armamento y defensa propician resultados
poco alentadores e injustos para los grupos desprotegidos y menos
equipados. Es por ello que la estrategia, la organización y la
tácticas son indispensables para todo acto de enfrentamiento ya sea
este desde el ámbito onírico y simbólico o desde el ámbito de la
vigilia y la confrontación corporal y activa.
La
violencia como acción y reacción constituye una constante en la
lucha de poder ya sea del lado del poder dominante o del lado del
dominado, en ambos casos es legitima su implementación en pro
de un objetivo e intención clara. Ya la critica ética y moral de la
sociedad se encargará después de enjuiciar tales actos, pero es en
el momento del choque y enfrentamiento que sólo la lucha por el
sometimiento o el sobrevivir todo es posible y permitido. Ya que el
acto violento tanto simbólico como activo puede y da paso al cambio,
la transgresión estética de tal hecho posibilita la reconfiguración
del estadio vigente en el que se encuentra.
Por
ello doy paso y propongo la reivindicación del funcionamiento del
concepto de violencia, como posibilidad de instrumentalización y
problematización en el ámbito en que se aplique. Violencia mas allá
de sus valorizaciones morales, es decir: violencia como voluntad,
como potencialidad y como posibilidad.
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